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El club de los viernes



A punto de iniciar un viaje hacia Tailandia, cargada de materiales para enseñar a tejer crochet en Monsaengdao, me esperan 24 horas de viaje entre trayectos y esperas en aeropuertos antes de llegar a Chiang Rai, así es que en la librería de la T-1 me pongo a curiosear y cae en mis manos el "Club de los viernes" (The Friday night knitting club) de Kate Jacobs. Hace tiempo que le tenía puesto el ojo, porque siempre me han gustado las novelas en las que las mujeres son protagonistas, pero supongo que hasta ahora no era el momento de leerlo ;), así es que es mío!

Esta novela que ha sido best-seller internacional y ha sido reeditada hasta 22 veces, de momento, me ha tenido entretenida todo el trayecto. La historia de ocho mujeres en una ciudad como Nueva York la ciudad cosmopolita que nunca duerme, la ciudad de los rascacielos, de los grandes teatros, donde todo el que llega, llega con grandes ilusiones y un sueño que cumplir. Esta novela muestra una de las caras ocultas de esta gran ciudad, la soledad de muchas de las personas que viven allí y la necesidad de establecer vínculos, que en este caso se establecen gracias a Georgia y su club de los viernes. En su pequeño negocio, una tienda de lanas situada en Manhattan, en el Upper West Side, que los viernes se convierte en un lugar de confidencias, un lugar para compartir, para sentirse acompañadas. Allí se reúnen todas ellas y van tejiendo su vida alrededor, sus miedos, sus pasiones, sus alegrías, sus ilusiones.

“…El misterio radica en que dos personas que utilizan agujas del mismo tipo y medida pueden hacer puntos de distinto tamaño y tensión. La magia consiste en que, aún con sus diferencias, ambas pueden crear algo igualmente maravilloso”  El Club de lo viernes

Que bonita novela, me ha tenido absorta todo el viaje, eso sí, he tenido que intentar contener las lagrimas en muchos momentos y no siempre lo he conseguido... La recomiendo!!!

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Momentos,

Chiang Rai: la fuerza de los amigurumis

Qué sensación tan bonita cuando paseas a más de 12.000 km de tu casa y te encuentras a personas con tus mismas aficiones. Qué pequeño es el mundo! 


En Chiang Rai: intercambio de amigurumis :)


Lana, ganchillo, tijeras y un patrón a seguir, eso sí, en Thai
Paseando por Chiang Rai, a pocos metros de la guesthouse en la que nos alojábamos, una señora pasaba el tiempo, en su tienda de ultramarinos, tejiendo crochet. La lana, el ganchillo, las tijeritas y un patrón que seguir. Que ilusión me hizo verla tan aficionada empezando a tejer lo que imagino que después sería un muñequito.

Cuando, medio en inglés, medio con señas le expliqué que yo también hacia “monigotitos” a ganchillo y que precisamente había llegado hasta allí para enseñarlo a unas niñas de una escuela cercana a Chiang Rai, la escuela Monsaengdao, soltó un gritito de alegría y fue a buscar todos los muñecos que tenía hechos para enseñármelos. 


Las dos estábamos tan emocionados que nos intercambiamos unos amigurumis, ella me regaló un "angry bird" (que, por cierto, tuvo muchisimo éxito entre las niñas de Monsaengdao) y yo fui a buscar uno de los que llevaba para las niñas y también se lo regalé. 

Una experiencia entrañable! Está claro que esto es "la fuerza de los amigurumis", como lo ha bautizado mi amiga Inma ;).






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Monsaengdao,

Monsaengdao: lo aprendido y como contribuir al proyecto


La experiencia vivida este verano en Monsaengdao ha sido inmejorable, es de aquellos casos que piensas que vas a dar y te das cuenta de que recibes mucho más de lo que das.


En la actualidad hay 23 niñas en Monsaengdao, procedentes de seis etnias diferentes, cada una con una historia, con unas ilusiones, con un futuro por delante. 

Una quiere ser diseñadora de ropa, otra policía, enfermera, guía turístico, contable, modelo…Todas ellas llevan una vida muy difícil, porque han de compaginar las clases con todas las tareas propias de un hogar (la limpieza, la cocina, el campo …), la vida que en una situación normal llevarían en sus comunidades, pero que dada la situación de pobreza de sus familias, solo es posible gracias a la organización ACED y su proyecto de Monsaengdao. Ojalá puedan cumplir sus sueños. Realmente son un verdadero ejemplo para los que lo tenemos mucho más fácil.

Las sonrisas y el amor que te dan estas niñas. 
La alegría que transmiten, aún con las dificultades con las que viven y las experiencias vividas.
La solidaridad, siempre dispuestas ayudarse entre ellas. 
La generosidad, lo poco que tienen lo comparten y lo regalan. 

Tenemos mucho que aprender! 

Muchas gracias Nam, Ploy, Nee, Thai, Da, Kik, Aba, Sai, Pond, Oil, Pim, Aoi, Chibu, Gift, Koy, Mei, Yui, Mind, Ann, Tae, Mon y Whan 


Enhorabuena a todo el equipo por el gran trabajo y agradecimientos a Kiki y Alicia por facilitarnos en todo momento la estancia y los preparativos!

Comiendo con parte del staff (Laura, Alicia, Kru Fei, Kiki y Joan)
En estos momentos la situación financiera de la escuela está complicada, porque recientemente se han reducido los patrocinios que recibían, así es que hay abierta una acción de crowd-funding para recaudar fondos para la escuela. Así es que tu también puedes contribuir al proyecto!!

 Aqui dejo el link: How to support Monsaengdao-Como contribuir al proyecto

Aquí va el link de un video que ha confeccionado Laura sobre su estancia en Monsaengdao. Seguro que te gustará!

Video Monsaengdao by Laura Clemente

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Monsaengdao,

Monsaengdao: la despedida


Y llegó el momento de la despedida. Qué difícil iba a ser. La noche anterior ya lo pasé fatal, como me iba a costar marcharme de allí...Tantos meses de preparativos, de ilusión, de energía invertida y ya se acababa.

Y como a mi, a Joan y a Laura les pasaba lo mismo. Habían sido unos días tan intensos que se hacía difícil pensar que ya se acababa.




Para hacer la clase del último día un poco especial,  Joan y Laura prepararon una ginkana. Con ella querían poner a prueba de una manera divertida los temas tratados en las clases de inglés de la semana. Dividieron a las niñas en 4 equipos y cada equipo pasaba de una prueba a la otra: “word search”, “words”,”present-past-futur” y “matching cards”.


Matching cards
Word Search
Making words
Present-Past-Futur
La competición estuvo reñida pero finalmente el equipo D fue el ganador y se llevó el premio. El premio consistía en algunos de los amigurumis que había llevado de muestra, el "angry bird" incluido, y unas cajitas de maquillaje que tanto les gusta a las niñas (no olvidemos que son adolescentes). 

Fue una gran clase final!
The winner is...D !!!!!!
Después de comer, solo nos quedaba una hora antes de salir hacia Chiang Rai. Era el momento de la despedida de verdad...

Nos reunimos con las niñas en el aula y contestamos a todas sus preguntas, preguntas sobre nuestras impresiones sobre Monsaengdao, nuestros planes en Tailandia después de dejar la escuela, nuestra vida en Barcelona…Y poco a poco se empezaron a levantar de sus sillas para traernos regalitos, cositas que habían confeccionado ellas (pulseras, cartas de despedida, amigurumis :)…), fue muy emocionante, difícil de explicar con palabras los sentimientos vividos aquella tarde en Monsaengdao. 










En el autobus hacia Chiang Mai, cargada con todos lo regalitos
Qué difícil despedirse de aquellas niñas tan amorosas que en una semana nos habían robado el corazón de aquella manera.


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Monsaengdao,

Monsaengdao: una semana intensa

El 19 de agosto por la noche ya estábamos en Monsaengdao, me costó dormir, qué nervios…el lunes sería nuestro primer día de clase. Por la mañana Joan daría clases de inglés, junto con Laura, otra voluntaria con la que coincidíamos, también de Barcelona, y por la tarde yo daría las mías. Laura llevaba ya una semana en Monsaengdao y fue una gran anfitriona. Muchas gracias Laura!





El entorno era inmejorable, al despertar el lago de flores de loto era lo primero que veíamos y a lo lejos oíamos las risas de las niñas que tambien se estaban despertando.
Vistas al despertarnos


Las instalaciones donde nos alojabamos





Así es que durante la semana, todos los días de 8.30 a 9.30 Joan y Laura daban sus clases de inglés (yo hacía de assistant :)). Era precioso cuando al acabar las clases, todas las niñas a coro decían con sus vocecitas risueñas "thank you teacher". 



 Y por la tarde, justo después de comer, era mi hora para enseñar a hacer amigurumis.

El primer día, preparé una bolsita para cada niña con parte del material y unas instrucciones impresas que había confeccionado para ellas. Así podrían ir guardando sus trabajos  y no los perderían y además  podrían consultar las instrucciones en cualquier momento. 






También dispuse las muestras de amigurumis que había preparado en Barcelona. Cuando las niñas vieron todo aquello, en un inicio miraban con curiosidad, la curiosidad que genera lo nunca visto, y al ver los amigurumis que acabaríamos haciendo se entusiasmaron. 

Sobretodo les encantó un "angry bird" que precisamente yo no había hecho :( , realmente era un diseño mucho más avanzado a mi nivel. Este amigurumi tenía una bonita historia que os contaré en otro momento, una avanzadilla, me lo había regalado una señora que conocí en Chiang Rai.
Al iniciar las clases, explicando lo que haríamos ese día
Nos sentamos en circulo sobre unas alfombra, en el aula donde se imparten las clases, un espacio multiusos donde también está la mesa de ping-pong y la tarima para hacer actuaciones. Un aula localizada en medio de las instalaciones de la escuela, rodeada de campos de arroz y de mucha vegetación, desde la cual se puede ver el estanque de loto y las instalaciones donde nos alojamos los voluntarios.





Y allí, en aquel lugar tan privilegiado, empezamos con la cadeneta. Al principio costó un poquito para la mayoría de ellas, porque era la primera vez que tejían a ganchillo. Pero enseguida empezaron a verse los collares con flores que iban tejiendo, a los que ponían bolitas de colores. Que maravilla! Como disfrutaban! 











 








Hasta la profesora Kru Fei se entusiasmó con el ganchillo, enseguida tuvo acabado su collar!







Las más avanzadas querían aprender más, así es que ya el primer día les enseñé lo que tenía pensado para el día siguiente, el punto bajo, y pronto las empecé a ver con diademas. La clase estaba prevista para una hora, pero estuvimos más de tres horas sentadas, tejiendo, riendo, escuchando música…Momentos mágicos que nunca olvidaré!


Mientras, en el exterior, caía alguna tormenta de vez en cuando que refrescaba un poquito el ambiente, pero no conseguía romper la armonia de la clase. Únicamente salían escopeteadas las niñas que tenían ropa tendida, pero volvían inmediatamente, después de haberla recogido y se volvían a incorporar a la clase, eso sí, mojadas como pollitos.













Hubo momentos en que, todo hay que decirlo, me sentía un poco desbordada, porque todas requerían de mi atención (“teacher Imma”, por aquí, “teacher Imma”, por allá…), pero, poco a poco, todas iban siendo más autónomas y eso me permitía estar más relajada y disfrutar del momento.



Además me llamó mucho la atención ver como se ayudaban entre ellas, las que lo habían aprendido más rápido ayudaban a las que les costaba un poco más. Qué bonito ver la solidaridad entre aquellas niñas, el compañerismo, el apoyo entre ellas. Envidiable!
Así se sucedió la semana. Qué contentas estaban cuando acababan algunos de sus trabajos. Además se llevaban material para tejer en sus habitaciones, después de la cena y aparecían por la mañana con sus propios diseños: un micrófono, una fresa, un muñequito gordito, un cinturón… Increíble!


Las niñas iban a todas partes con sus bolsitas con las labores, cualquier momento era bueno para continuar tejiendo lo que tenían entre manos.
Tengo que decir que en ningún momento imaginé que la actividad que había preparado con tanta ilusión iba a ser recibida de esta manera tan extraordinaria. 

Es el mejor regalo que me pueden haber hecho las niñas de Monsaengdao! 

Agradecimientos a Joan por las maravillosas fotografías tomadas durante mis clases


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